La evolución de estos paradigmas refleja los cambios en la percepción ambiental desde una preocupación inicial acerca de las externalidades del crecimiento económico hasta el interés por cuestiones de diversidad e integridad cultural y natural, sustentabilidad y derechos intergeneracionales.
La ciudad se presenta como un claro ejemplo de la relación población-medio ambiente, donde se requieren cada vez mayores cantidades de insumos como la energía, el agua o los alimentos, lo cual conlleva, dentro del actual modelo neoliberal, a una explotación de la naturaleza de forma elevada, generando variedad de impactos intraurbanos y extraurbanos.
La mundialización se asocia a la progresiva libertad de circulación mundial de capitales, que, junto a la deuda externa, principalmente, de los países del Tercer Mundo, es la causa principal de la expansión de la economía financiera, todo ello conlleva una creciente concentración de la riqueza en determinados sectores de los países del Primer Mundo y en las élites gobernantes del Tercer Mundo, generando un empobrecimiento generalizado de la población, marginación de amplios sectores sociales y una serie de problemáticas asociadas de difícil solución.
La principal expresión de la crisis se manifestaría en torno al deterioro de los asentamientos, a la perdida de habitabilidad, al aumento de la marginalidad y la pobreza, y al estancamiento económico.
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